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Los arcos gaudinianos
“Los paraboloides, hiperboloides y helicoides, variando constantemente la incidencia de la luz, tienen una riqueza propia de matices, que hacen innecesaria la ornamentación y hasta el modelado.”
Antoni Gaudí
El arco catenario evita que se deba reforzar desde fuera para contrarrestar la fuerza que soporta. Tiene una característica muy especial: puede aguantar mucho más peso que el resto. Gaudí descubrió la facilidad de construcción de los paraboloides hiperbólicos, por los que los albañiles solo necesitaban dos regles y un cordel.
Los arcos catenarios permiten un espacio amplio y diáfano, se abren hacia la luz. Los utiliza primero en Mataró, después en el Palau Güell, en el desván de la Casa Milà y en el Colegio de les Teresianas. Entre arco y arco no hay bigas, simplemente la solera y, además, como que se alternan ventanas y paredes, hay unas zonas de luz y de sombra que le dan calidad compositiva. Con los paraboloides hiperbólicos ensaya los que diseñaría en la Sagrada Família. Los arcos parabólicos caracterizan la obra de Gaudí.
Los Gaudí y Riudoms
Aquel joven francés, Joan Gaudí de Auvèrnia, enviudó y el 1647 se volvió a casar con Catalina Esquer. Las dos esposas, por sus apellidos, eran de origen occitano. Los matrimonios se fueron sucediendo a lo largo de los siglos. Joan Gaudí Escura, hijo del primer matrimonio del Gaudí procedente de Francia, fue tejedor de lino y se casó con la riudomenca Maria Oriol Giner, hija de un campesino acomodado y con propiedades.